domingo, 11 de diciembre de 2011

Seis preguntas sobre Reflexología

 

1 - ¿Qué atención le prestamos a los pies? 
Generalmente poca. O muy poca. Y la mayoría de las veces, ninguna. En Occidente es, sin duda, la extremidad más olvidada del cuerpo. Y, sin embargo, su importancia es fundamental, ya que es el punto de llegada y partida de multitud de terminaciones nerviosas. La planta del pie, al igual que el pie en su conjunto, representa en forma esquemática la totalidad del cuerpo y sus órganos. Así llegamos a la siguiente pregunta. 


2 – ¿Qué esperamos de la Reflexología? 
Un buen masaje es delicioso. Y si bien la correcta aplicación de esta técnica relaja, reactiva la circulación y provoca el mismo bienestar que un masaje, cometemos un error si lo reducimos a eso. 
Aunque sus beneficios son inmensos y su modo de actuar es complejo, la premisa de esta práctica es simple: asume que las extremidades inferiores se conectan con la corteza cerebral. La reflexología trabaja tanto síntomas puntuales como emociones muy arraigadas. Su objetivo es estimular las zonas reflejas de los pies. Éstas, a su vez, se comunican con las partes del organismo a las cuales representan. Un sistema que enlaza más de 7.000 terminaciones nerviosas ubicadas tanto en la planta del pie como en el empeine. Cada hueso, músculo, órgano o sistema puede tratarse a través del masaje reflexológico y trasladar sus beneficios al resto del cuerpo. 
Para hacer una descripción de la práctica, hay que tener en cuenta factores como acceso terapéutico al pie, localización anatómica de las diferentes zonas, métodos de trabajo, exploraciones y diagnósticos y programación de sesiones y relación terapeuta-paciente. 


3 - ¿Cuándo se comenzó a utilizar? 
Para descubrir los orígenes de la Reflexología debemos retroceder unos 4.000 años. Hallamos vestigios de su aplicación en civilizaciones como el Antiguo Egipto, Japón y China, cuyas virtudes terapéuticas eran conocidas entre otras prácticas médicas. En China aparece representada en pinturas y grabados hallados en la Tumba de Anjmahor en Saqara, pertenecientes a la VI dinastía. También era utilizada junto con la acupuntura. En el siglo IV A. de C., el médico chino, Wang-Wei presionaba las plantas de los pies de manera firme durante varios minutos hasta conseguir el efecto terapéutico deseado. 


4 – ¿Cómo llegó hasta nosotros? 
El primer occidental que aplicó estas técnicas fue el médico estadounidense William Fitzgerald (1872-1942), un dedicado estudioso de la medicina tradicional china que, entre otros hallazgos, descubrió indicios de tratamientos podales en diferentes tribus indígenas americanas. Concentrándose en el tratamiento de las zonas reflejas, Fitzgerald concluyó que, si ejercía presión sobre determinados puntos, sobre todo en los pies, lograba un equilibrio fisiológico en otras zonas del cuerpo. Sistematizó los puntos de los pies y sus equivalencias y bosquejó, principalmente en su libro “Terapia de las zonas reflejas” (1917), el corpus de una terapia basada en la conexión de las líneas longitudinales de energía que recorren el cuerpo de los pies a la cabeza. Otros autores que contribuyeron a su difusión fueron el doctor Joseph Shelby Riley y la fisioterapeuta Eunice Ingham (1888-1974), quien la introdujo en el hospital donde trabajaba, logrando los resultados que la llevaron a consagrarse por completo a su desarrollo. En los años treinta del siglo pasado, Ingham fue autora de “Stories the feet can tell” (Lo que pueden contarnos los pies) y “Stories the feet have told” (Lo que nos han contado los pies). Ella también creó el primer mapa reflexológico con las correspondencias de los órganos con las distintas zonas plantares. Muy pronto supo que su aplicación reducía el dolor, mejoraba la movilidad y contribuía de un modo natural en la recuperación del paciente. 


5 - ¿Qué nos dicen las plantas de los pies de nosotros mismos? 


La “lectura” que hace el reflexólogo del pie permite contribuir a su mejoramiento físico, emocional y psicológico integral. Definidos los síntomas -estrés, constipación, ansiedad, angustia y dolores de cabeza, por ejemplo- el consultante puede descubrir que éstos son factores secundarios de malestares emocionales. Mientras el reflexólogo estimula todos los puntos del pie, el andar del consultante mejora, cambia de humor y hasta descubre en la relajación nuevas vías para enfrentar aquellas situaciones que habían causado su decaimiento físico. 


6 - ¿Cuáles son los diez mayores beneficios de la Reflexología? 


1. Es relajante. 


2. Reduce el estrés e induce a la relajación profunda. 


3. Mejora la circulación. 


4. Permite la liberación de toxinas. 


5. Equilibra el cuerpo y la mente. 


6. Refuerza las defensas del organismo y contrarresta molestias físicas y emocionales. 


7. Revitaliza la energía. 


8. Es una técnica natural que actúa de forma preventiva. 


9. favorece un estado de equilibrio dinámico: ayuda a que cada una de sus partes del cuerpo trabaje solidariamente unas con las otras. 


10. Es gratificante para quién la da y para quién la recibe. 

"Gracias a la vida, Que me ha dado tanto… -Violeta Parra-"






¿Qué es la vida sino la vida del cuerpo? Todas las 


percepciones y emociones, se nos hacen tangibles a través de 


nuestro cuerpo. Cuando estamos tristes, nos angustiamos y 


sentimos una opresión en el pecho, o cuando estamos felices y


 nos reímos a carcajadas, o sentimos el placer de bailar, de 


escuchar música, esas emociones son sensaciones corporales.




¿Acaso los poetas no han escrito que una dama se sonroja al ver pasar al hombre que ama?

Sentir el cuerpo es sentir el pulso de la vida.

Cuando estamos rígidos, con tensiones musculares crónicas, enfriamos estas sensaciones, estrangulamos por dentro nuestros órganos hasta enfermarnos. Son intentos para no sentir. Son pequeñas muertes. Dejar de sentir equivale a morir. Mientras estamos vivos, sentimos y buscamos no sufrir a través de aplastar los sentimientos, de bloquearlos.

¿Alguna vez nos detenemos a sentir el latido de nuestro corazón, a registrar los movimientos naturales de nuestras entrañas, a percibir sus sonidos interiores, a vivenciar concientemente nuestros pulmones que respiran sin pausa?

Raramente nos maravillamos con nuestras manos, con el tacto de la piel, con los ciclos de la vida reflejados en el cuerpo.

Lejos de eso, hay una corriente social que valoriza la juventud y su supuesta belleza. Hoy joven es sinónimo de bello, de capaz, de apto. Sin embargo, hay belleza en la existencia misma, en el sonido de la voz, en el brillo de la mirada, en el calor que emana del cuerpo. Al existir ideales tan fuertemente instalados, vamos en contra nuestra exigiéndonos tener determinada figura, enojándonos si no lo logramos.

Vamos dejando marcas en nuestro cuerpo que hasta pueden ser leídas! Todo lo reprimido, apretado, lleno de stress, ansiedad, temor, ira, angustia, también las alegrías, los momentos de felicidad, todo está alojado en el cuerpo. Un buen entendedor sabe leer esas marcas, sabe qué están diciendo.

Las alegrías y las tristezas que las personas vivieron a lo largo de su vida, están en el cuerpo. Los Terapeutas Bioenergéticos sabemos dilucidar qué quieren decir esas marcas. El cuerpo habla, la cuestión es saber leer lo que dice.

Viendo el cuerpo de una persona, podemos darnos cuenta de su forma de ser, de su modo de vincularse con el ambiente, y de su historia.

Desde lo mental podemos negar, disociarnos, intentar olvidar experiencias dolorosas. El cuerpo, sin embargo, no olvida. Cuando enfermamos creemos que ese desequilibrio empezó en ese momento, y no es así: la enfermedad es un desbalanceo energético que lleva un largo tiempo generar, y mucho trabajo de parte de cada persona de llevar adelante impulsos autodestructivos, por supuesto sin ser conscientes de esto.

Esto de hacerse daño de manera inconciente viene a ser lo mismo que estar vivos sin plena conciencia de estarlo. Vivimos, pero no registramos este milagro. Nos acordamos del cuerpo cuando falla, cuando se enferma. Y así estamos viviendo sin conciencia. Como humanos tenemos esa capacidad de conciencia, pero en general está muy atrofiada.

Nuestro cuerpo vibra naturalmente. La vibración es una manifestación del pulso de la vida. A lo largo de la existencia vamos cercenando y limitando estas expresiones vitales naturales. A través del Trabajo Bioenergético recuperamos la vibración, la respiración y el contacto con el pulsar mismo de nuestro corazón. Conectamos con el cuerpo, dejando los pensamientos, las preocupaciones. ¿Siento mis pies? ¿Estoy relajado o en tensión? ¿Estoy apretando la mandíbula? ¿Respiro profundamente o apenas? Hay alguna opresión en algún lado? ¿Tengo ganas de llorar? ¿Tengo ganas de reír?

Nuestra historia va modelando al cuerpo. El color de los ojos, la altura y ciertos rasgos vienen determinados genéticamente, pero a lo largo de la vida y a través de las distintas experiencias vamos adquiriendo marcas.

No es igual el cuerpo de una persona que ha vivido con miedo, que el cuerpo de alguien bien sostenido por sus padres y seguro de si mismo desde temprana edad.

No es el mismo cuerpo el de quien que ha sido educado con libertad que el de aquel que fue forzado a reprimir sus sentimientos y expresiones naturales.

Y a su vez, es a través del cuerpo que podemos recuperar la libertad, la gracia en los movimientos, la alegría de vivir; emocionarnos, valorarnos y expresar todo aquello que necesitemos, aunque haya cosas que fueron guardadas, reprimidas y escondidas por décadas.

Nunca es tarde para restituir al cuerpo su vitalidad, si uno se lo propone, ya que todavía estamos vivos.

Lic. Norma Litvin - PsicólogaC.B.T. del Instituto Internacional de Alexander Lowen